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Autoinmunidad: ¿de verdad el sistema inmunológico se equivoca?


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Cuando escuchamos hablar de enfermedades autoinmunes, suele repetirse la idea de que el sistema inmunológico “se confunde” y ataca por error tejidos propios como la tiroides, las articulaciones o el intestino.Pero… ¿y si no fuera realmente un error?

Mi opinión, basada en lo que cada vez más estudios sugieren, es que el sistema inmunológico no ataca por equivocación, sino por reacción a un entorno contaminado y hostil. Dicho de otra forma: responde a señales que indican peligro, aunque esas señales no sean visibles a simple vista.


Los tóxicos ambientales como desencadenantes

Uno de los grandes sospechosos en este campo es el mercurio, un metal pesado presente en el pescado de gran tamaño, en antiguas amalgamas dentales y en la contaminación industrial.


🔹 En humanos, se ha visto que incluso exposiciones bajas a mercurio se asocian con la aparición de anticuerpos antinucleares (ANA), uno de los primeros marcadores de autoinmunidad. Un estudio en mujeres jóvenes mostró que quienes tenían más mercurio acumulado tenían hasta 11 veces más riesgo de presentar ANA en títulos altos (Somers EC et al., 2015).

🔹 En mujeres con trastornos tiroideos autoinmunes se ha observado que la exposición al mercurio puede influir en los niveles de autoanticuerpos tiroideos. De hecho, en pacientes sensibles al mercurio, la eliminación de amalgamas dentales se acompañó de una reducción de los anticuerpos anti-TPO y anti-Tg (Siblerud RL et al., 2006). Esto sugiere que los metales pesados pueden actuar como cofactores que agravan la autoinmunidad tiroidea.

Estos hallazgos no significan que el mercurio sea la “causa única” de la autoinmunidad, pero sí que puede actuar como un detonante en personas genéticamente predispuestas.


El papel de la microbiota: cuando los microbios dejan huella

Otro campo fascinante es el de la microbiota intestinal.En los últimos años, se ha observado que personas con artritis reumatoide suelen tener un aumento de una bacteria en concreto: Prevotella copri (Maeda Y, McGeachy MJ., 2019).

Más interesante aún: se han detectado fragmentos de Prevotella en las propias articulaciones de algunos pacientes, lo que plantea que restos bacterianos puedan salir del intestino y viajar a otros tejidos, encendiendo allí la inflamación (Drago L et al., 2020).

El mecanismo puede ser doble:

  • Mimetismo molecular: algunas proteínas bacterianas se parecen demasiado a las humanas, confundiendo al sistema inmune.

  • Traslocación microbiana: fragmentos o metabolitos bacterianos que pasan del intestino al torrente sanguíneo y llegan a sitios sensibles.

Esto conecta con una idea clave: la autoinmunidad no nace en el vacío, sino en un ecosistema alterado.


Un modelo integrador: genética + ambiente + microbiota

Si unimos las piezas, el panorama es mucho más complejo que un “error inmunológico”:

  1. Predisposición genética → algunas personas nacen con un sistema más sensible, por ejemplo con ciertos alelos de HLA que facilitan presentar autoantígenos.

  2. Exposición ambiental → metales pesados como el mercurio, pesticidas, contaminantes y disruptores endocrinos dañan nuestras proteínas o las modifican químicamente, volviéndolas “extrañas”.

  3. Microbiota alterada → desequilibrios intestinales permiten que bacterias como Prevotella o metabolitos proinflamatorios lleguen a lugares donde nunca deberían estar.

  4. Respuesta inmune persistente → ante todo esto, el sistema inmunológico no se “equivoca”: responde como si el organismo estuviera bajo ataque.

El resultado: inflamación crónica, daño tisular y el desarrollo de lo que hoy llamamos “enfermedades autoinmunes”.


Mi opinión personal

Creo que el futuro de la investigación en autoinmunidad caminará hacia esta visión más amplia: el sistema inmunológico no falla porque sí, sino que reacciona a un entorno tóxico y alterado.

Esto abre la puerta a nuevas estrategias:

  • Reducir la exposición a tóxicos ambientales, especialmente metales pesados y pesticidas.

  • Modular la microbiota intestinal a través de alimentación, probióticos y estilos de vida antiinflamatorios.

  • Fortalecer la detoxificación y antioxidación del organismo para reducir el daño molecular que puede disparar la autoinmunidad.

No tenemos todas las respuestas aún, pero los indicios son cada vez más claros. Y personalmente, creo que dejar de ver la autoinmunidad como un “error” y empezar a verla como una respuesta a un entorno en desequilibrio es un cambio de paradigma necesario.


Para quien quiera indagar más


✨ Y aquí la pregunta que lanzo: ¿qué pasaría si en lugar de apagar el sistema inmune con fármacos, empezáramos a centrarnos en eliminar las causas que lo ponen en alerta?

 
 
 

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