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Más allá del SIBO: otras formas de disbiosis intestinal que también pueden estar afectando tu salud

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Durante los últimos años se ha hablado mucho del SIBO (sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado). Sin embargo, no todas las alteraciones de la microbiota se reducen a este diagnóstico.Existen otras formas de disbiosis que también pueden generar síntomas digestivos, hormonales, inmunológicos o metabólicos… y que a menudo pasan desapercibidas.

Conocerlas te ayudará a entender mejor lo que ocurre en tu intestino y por qué, incluso sin SIBO, puedes seguir sintiéndote hinchada, cansada o con digestiones irregulares.


Qué es una disbiosis intestinal

La disbiosis es un desequilibrio en la composición y función de la microbiota intestinal. No siempre significa que haya un exceso “bacterias malas”, sino que las proporciones entre las diferentes familias microbianas han cambiado, afectando la capacidad del intestino para:

  • producir ácidos grasos de cadena corta (como el butirato),

  • regular el sistema inmune,

  • mantener la integridad de la barrera intestinal,

  • metabolizar hormonas, neurotransmisores o toxinas.


Tipos de disbiosis más frecuentes (más allá del SIBO)


A continuación te detallo las más importantes, sus causas, síntomas más característicos y cómo identificarlas.


Disbiosis por disminución de bacterias beneficiosas (pérdida de diversidad)


Qué ocurre:Hay una reducción global de bacterias beneficiosas, como Faecalibacterium prausnitzii, Akkermansia muciniphila, Bifidobacterium spp. o Lactobacillus spp.Estas bacterias son claves para producir butirato y mantener una barrera intestinal fuerte.

Causas más comunes:

  • Dieta baja en fibra o polifenoles.

  • Uso repetido de antibióticos o anticonceptivos orales.

  • Estrés crónico y sueño de mala calidad.

  • Dietas restrictivas prolongadas (como FODMAP o cetogénica sin supervisión).

  • Falta de contacto con la naturaleza o con alimentos fermentados.

Síntomas más habituales:

  • Cansancio y fatiga persistente.

  • Tránsito intestinal irregular (estreñimiento o alternancia).

  • Intolerancias nuevas a alimentos antes bien tolerados.

  • Hinchazón sin un patrón claro.

  • Problemas cutáneos (acné, rosácea, piel seca).

  • Defensas bajas o infecciones recurrentes.

  • Tristeza, apatía o dificultad para concentrarse (por menor producción de GABA y serotonina intestinal).

Cómo detectarla:

  • Test de microbiota fecal donde se observa baja diversidad bacteriana, disminución de butirato y reducción de especies beneficiosas.

  • Ácidos grasos de cadena corta reducidos (especialmente butirato).

  • En analíticas convencionales: déficit de vitamina D vitaminas del grupo B, zinc o magnesio puede acompañarla.


Disbiosis por sobrecrecimiento de bacterias oportunistas (sin llegar a SIBO)


Qué ocurre: Se produce un aumento de bacterias oportunistas o de las que metabolizan mal ciertos nutrientes, pero sin necesidad de que haya un sobrecrecimiento en el intestino delgado (como en el SIBO).Ocurre más bien a nivel del colon, alterando el metabolismo de ácidos biliares, fenoles o aminas biogénicas.

Causas más comunes:

  • Exceso de azúcares, alcohol o ultraprocesados.

  • Digestión lenta o tránsito enlentecido.

  • Estrés crónico (que altera el pH y la motilidad).

  • Consumo frecuente de fármacos como IBP, AINES o laxantes.

Síntomas más habituales:

  • Gases fétidos y sensación de hinchazón más marcada por la tarde.

  • Dolor abdominal o ruidos intestinales.

  • Heces irregulares o pastosas.

  • Sensación de “pesadez digestiva” o “intestino lleno”.

  • Halitosis o sabor metálico.

Cómo detectarla:

  • Test de microbiota con aumento de especies proteolíticas u oportunistas (p. ej. Enterococcus, Klebsiella, Proteus, Escherichia coli en exceso).

  • Elevación de metabolitos tóxicos en orina (ácido p-hidroxibenzoico, indoxil, cresoles…).

  • A veces el test de gases (hidrógeno/metano) del SIBO sale negativo, pero los síntomas persisten.


Disbiosis fúngica (sobrecrecimiento de levaduras tipo Candida)


Qué ocurre: El equilibrio entre bacterias y hongos se rompe, permitiendo que levaduras como Candida albicans proliferen.

Causas más comunes:

  • Uso de antibióticos o anticonceptivos.

  • Consumo alto de azúcares o carbohidratos refinados.

  • Estrés crónico o cortisol elevado.

  • Inmunidad debilitada o permeabilidad intestinal.

Síntomas más característicos:

  • Antojos intensos por dulce.

  • Lengua blanca, sabor metálico o sensación pastosa en la boca.

  • Picor o flujo vaginal recurrente.

  • Distensión abdominal y gases tipo fermentación.

  • “Niebla mental” o cansancio inexplicable.

Cómo detectarla:

  • Test de microbiota con aumento de Candida spp., Geotrichum, Rhodotorula.

  • En orina: metabolitos como ácido tartárico o arabinosa elevados.

  • En analítica convencional no suele detectarse.


Disbiosis putrefactiva (exceso de bacterias proteolíticas)


Qué ocurre: Predominan bacterias que fermentan proteínas en exceso, generando compuestos tóxicos (amoníaco, sulfuro de hidrógeno, aminas, indoles…).

Causas más comunes:

  • Dietas ricas en proteína animal y pobres en fibra vegetal.

  • Digestión proteica deficiente (baja acidez gástrica, baja bilis, déficit de enzimas pancreáticas).

  • Estreñimiento o tránsito lento.

Síntomas más frecuentes:

  • Gases con olor a “huevo podrido”.

  • Heces muy oscuras o con olor intenso.

  • Náuseas, pesadez o dolor en hipocondrio derecho.

  • Cansancio postcomida y mal humor.

Cómo detectarla:

  • Test de microbiota con exceso de Clostridium, Desulfovibrio o Bilophila wadsworthia.

  • Elevación de sulfuro de hidrógeno en test de gases o de indoles en orina.

  • Marcadores hepáticos y biliares alterados (en algunos casos).


Disbiosis por déficit de mucinas o bacterias mucinofílicas


Qué ocurre: Se reduce la cantidad de bacterias que viven cerca del epitelio intestinal y se alimentan del moco, como Akkermansia muciniphila o Bifidobacterium longum. Esto afecta directamente a la integridad de la barrera intestinal, favoreciendo la permeabilidad.

Causas más comunes:

  • Dieta muy baja en fibra fermentable.

  • Estrés crónico y cortisol elevado.

  • Uso prolongado de AINES, antibióticos, alcohol o ultraprocesados.

  • Falta de ayunos nocturnos suficientes (comer muy tarde).

Síntomas más característicos:

  • Sensibilidad alimentaria/suplementos múltiple.

  • Fatiga y sensación de “intestino irritado”.

  • Alergias, urticarias o síntomas inflamatorios crónicos.

  • Empeoramiento con probióticos comunes.

Cómo detectarla:

  • Test de microbiota con baja abundancia de Akkermansia y Faecalibacterium.

  • Marcadores fecales como zonulina o calprotectina alterados.

  • En casos severos, puede acompañarse de autoinmunidad.


Entonces… cómo saber qué tipo de disbiosis tengo

  1. Por síntomas: aunque orientativos, muchos se solapan.

  2. Por historia clínica: fármacos, dieta, estrés, infecciones, cirugías, partos, etc.

  3. Por pruebas funcionales:

    • Test de microbiota fecal (lo más completo).

    • Test de gases (para SIBO o IMO).

    • Análisis de ácidos orgánicos (OAT).

    • Marcadores fecales (elastasa, calprotectina, pH, SCFA…).


Una valoración profesional que combine tus síntomas con estas pruebas es la clave para personalizar la estrategia de restauración: alimentación, probióticos, prebióticos, fitoterapia y estilo de vida.


Conclusión: no todo es SIBO

No todas las disbiosis son un sobrecrecimiento. A veces el problema está en lo que falta, no en lo que sobra. Restaurar la diversidad bacteriana, cuidar tu alimentación, el descanso y el manejo del estrés puede transformar completamente tu salud intestinal y sistémica.


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